domingo, 5 de abril de 2009

La Promesa 12/12

El los miraba, no los entendía, los observaba pero no les prestaba atención y siguió con lo que estaba haciendo, se sentía extraño pero continuaba.

De pronto sintió frío, no tenia miedo pero igual se estremeció. Algo pasó no sabia que, algo estaba mal o algo era diferente seguía sin entender. Porque no me hacen caso pensó, que raro.

Que no me querrán decir, porque murmuran, que me ocultan, se preguntaba.

Se sintió tan solo algo le faltaba, algo no sabia o no se había dado cuenta... talvez no quería darse cuenta. De pronto un señor al que ya había visto anteriormente se le acerco, hola.

Hola. ¿Qué haces aquí?

Esperando.

¿Estas solo?

No. Estoy con mis padres, también tengo un hermano.

Eres muy pequeño para estar aquí.

Lo sé.

¿A quien esperas?

A nadie.

¿Quieres que te acompañe?

Claro. Gracias.

Llevo tiempo aquí, sabes.

¿Eres medico?

No, también soy un paciente.

No pareces enfermo.

Déjame decirte algo criatura: Las apariencias engañan. ¿Cuánto tiempo llevas acá?

Ya varios días.

Yo vengo acá tan seguido, que algunos creen que trabajo aquí. Hasta a veces me confunden con algún doctor. Es muy gracioso.

En este lugar ves unas cosas increíbles. Ves a mucha gente aquí algunos mueren de la manera más absurda, y también ves a gente salvarse de milagro, como cuando todo parecía imposible, milagrosamente se curan o reaccionan.

Hace poco un muchacho entró de emergencia, lo había atropellado un carro y el chofer se dio la fuga. El pobre muchacho tenia la cabeza prácticamente destrozada pero increíblemente podía hablar, bueno solo murmuraba.

Llamaba a su padre. Al ver a ese muchacho fui a ver quien era en los registros para avisar a algún familiar. Y cuando bajaba en el ascensor, un doctor le decía su colega, que había matado a una persona con su carro y que fue al hospital para decir que estuvo allí todo el tiempo.

Cuando baje y pregunte sobre el muchacho, dijeron que su familia ya venia en camino. Regresé y grande fue mi sorpresa al ver al medico abrazando el cuerpo del muchacho, había atropellado a su propio hijo.

Lo llevaba a la sala de emergencias. El padre se lamentaba sobre el cuerpo inerte de su hijo.

No hace mucho llegó una anciana, había sufrido un ataque cardiaco. La trajo una vecina suya que en ese momento felizmente la acompañaba.

La anciana permaneció aquí cinco semanas cuatro de ellas en coma. Solo la vecina que la ayudo venia a visitarla. A la tercera semana de internada llegó un hijo para “reclamar el cuerpo de una anciana...”, pero al saber que todavía estaba viva, se marchó.

A la cuarta semana llegó otro hijo por el mismo motivo que el anterior y saber que estaba viva también se marchó. Pocos días antes que se cumplan las cinco semanas llego otro hijo por el mismo motivo que el anterior y al enterarse también se marchó.

Pasadas las cincos semanas la anciana comenzó a reaccionar, y después de una semana su condición era ya estable. Una noche estaba ya dispuesta a dormir cuando a su ambiente entraron tres nuevos pacientes. Eran sus hijos. La anciana se levanto, corrió hacia cada uno de ellos para estar segura de que eran ellos. Y al confirmar que eran ellos lloró en silencio.

Pero después de reponerse los atendió toda la noche, y todas las noches en las que ellos permanecieron en el hospital. La anciana permanecía todo el día con ellos, atendiéndolos, dándoles de comer, aseándolos; hasta que ellos se recuperaran. Los hijos al verla tuvieron vergüenza y le dijeron que cuando ella estaba en el hospital ellos siempre venían a verla.

Ya que sabían que su madre estaba en coma y no podía darse cuenta. Y así pasaron los días hasta que los hijos también estaban ya recuperados, entonces la tarde en que los iban a dar de alta, la anciana empezó a sentirse mal y le dio un ataque cardiaco, en su habitación ya moribunda rodeada de sus hijos les dijo: Me voy contenta por que los veo juntos,

No saben lo felices que han sido para mí estos últimos días. Me voy contenta por que en este tiempo he servido y les entregado todo mi amor, pero me siento triste ya que mis hijos nunca vinieron a verme, pero me voy tranquila porque sé que haya arriba me espera un hijo que siempre vera por mí; y murió.

A veces las circunstancias son adversas pero si no es su hora, pues simplemente no es su hora, tendrá que quedarse hasta hacer lo que tenga por hacer. Unos le llaman destino, Otros buena suerte, otros milagros. Y tu que crees ¿ya es tu hora?

De pronto. Una enfermera salió de la sala de emergencias y comenzó a llamar a los médicos. ¡Emergencia! ¡Médico! ¡ Médico! Llamaba desesperada. Llegó el médico de Renzo.

El paciente Airas no tiene pulso- le dijo. Segundos que parecen siglos, calor que congela, frío que te quema, aire que ahoga... Un abrazo, una plegaria, mirando fijamente la puerta de la sala de Cuidados Intensivos, alargando la agonía, con la lengua en el desierto.

Los minutos pasan se escuchan gritos, quejas, murmullos, dos personas más entran y todos parecen discutir, el tiempo se detiene menos nuestro corazón, las enfermeras van de un sitio a otro, se cruzan se estorban; pero de pronto todo es silencio, se miran parecen hablar, hasta que al parecer eligen a uno, su doctor.

En eso todos inmóviles vemos como se acerca, esta a solo dos metros pero se demora dos siglos en llegar a nosotros nos mira y dice: Su hijo esta reaccionando. Y el imbécil sonríe.

Todos nos abrazamos sonreímos y Papá nos dice: El Jueves le haremos su mejor cumpleaños...

Me acerco lo abrazo y le digo al oído - Feliz cumpleaños Renzo... Gracias hermano...

¡Feliz Cumpleaños Renzo!- habla Toño, gracias –

¡Feliz Cumpleaños Renzo!- gracias Iris...

¡Feliz Cumple Renzo!- Oye Raúl (risas y abrazos)- él va saludando a todos sus amigos. Se le veía alegre, lleno de vida... repartiendo abrazos y besos a todos.

Feliz cumpleaños hijo – Gracias Mamá, se abrazan y ella lo besa cariñosamente Hijo feliz cumpleaños - Papá gracias(Un abrazo).

Están todos bailando, risas, alegría, y cerveza por supuesto. Sus padres están conversando con sus amigos más allegados, un grupo por aquí, otro por allá.

Mientras que algunos siguen bailando. Hey hola, feliz cumpleaños.

Gracias. Es Mel.

Ten te traje algo.

Oye gracias, ni mi hermano – risas -.

Toda la familia nuevamente reunida, esta vez para algo bueno.

Los chicos divirtiéndose siempre alegres, enseñándonos a reír, una vez más. Su rostro iluminaba al mundo, su sonrisa inmensa como cielo, daba gusto vivir para ver la alegria de ese día, sentir la sensación sublime del placer de vivir, de sentir y de gozar la vida. Daba gusto estar vivo, tu corazón se exaltaba con cada momento, a cada segundo, disfrutando latir, disfrutando vivir.

Sus padres aliviados atendían a los invitados, repartiendo sonrisas y abrazos por doquier, como haciendo una competencia, de pronto sus ojos se encuentran, se miran con ternura y juntan sus labios en un sello eterno de amor. Ya todo lo malo parecía quedar atrás hoy solo hay tiempo para estar alegres, solo para gozar, solo para disfrutar, dar gracias.

Después de todo, no todos los días cumples 18.


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