lunes, 16 de marzo de 2009

La promesa 1/12

En fin ... hace algunos años en mi entorno perdímos a alguien.. en ese tiempo se me hacia dificil o kizas no sabia como expresar mi dolor,entonces un día casi como jugando me puse a escribir, y salió esta historia "LA PROMESA".
No recuerdo la fecha exacta, aproximadamente en el año 2002.

Tengo ke decirles que solo publicare el intro,ya ke la historia completa .. solo esta en mi cabeza y desisti de plasmarla en palabras .. ya que resulta muy triste.
Luego kise reescribirla con otro titulo, otra historia ...+ positiva, aunke dudo ke lo hay logrado..pero eso talvez sea parte de otro post.

Gracias x acompañarme , gracias x dejarme compartir algo ke valoro mucho con ustedes...


INTRO

Tic, tic, tic... ese sonido ya me es conocido, ha estado tan cerca de mí que ya lo considero como mío, tan intimo, armoniosamente profundo y vacío, sin embargo es increíble como en un instante puedes recordar y desear tantas cosas, así comienza esta historia, así comienza este delirio y así...

Ja, ja, ja... no sigas Ja, ja, ja... no sigas ¡hey! ¡yaaaaaaa! Miguel noooooo Ja, ja, ja ¡Mamaaaaaá! dile a Miguel que no siga Ja, ja, ja.....

Miguel hace cosquillas a su pequeño hermano, este trata de defenderse pero Miguel es más grande pero no el más jodido. Sus padres los miran complacidos dan gracias por tener dos hijos sanos e inteligentes ellos son su vida, su esperanza,..., sus hijos.

Son las vacaciones del 97, el calor es generoso y la brisa es amiga, el cielo eterno y la alegría encendida. Los niños disfrutaban de unas merecidas vacaciones por su buen desempeño estudiantil el año anterior. Y ambos lo entendían así ya que aprovechaban al máximo su tiempo libre ya sea haciendo los quehaceres del hogar (que lógicamente, le ordenaban sus padres) y luego salir a jugar con sus amigos o ver televisión hasta tarde.

Siempre haciendo mil travesuras, sobre todo Renzo poniendo en más de una vez en apuros a sus padres: Mami ¿si el gato tiene siete vidas por qué...? Papí te acuerdas de la pelota que me regalaste... ¿te dije que el hermano de Carlos trabaja en un camión?

Miguel ese año entraba a la secundaria, mientras Renzo recién irá por su tercero de primaria; ambos eran excelentes alumnos. Augusto es Ingeniero y Gabriela es contadora y aunque ambos no tienen un trabajo estable se las arreglan para no pasar penas ni hambre.

Hace poco más de un año Augusto consiguió un trabajo que le permitió poner a sus hijos en un colegio particular, después de varios disgustos y muchas deudas (Nunca olvidará como la ¡¿Madre?! Directora del plantel le dijo al negarse a esperar una semana para pagar la mensualidad - para eso se crearon los colegios estatales- para aquellos que no pueden pagar un particular.

La casa era pequeña una sala, un comedor, dos dormitorios y un pequeño patio trasero. La puerta principal miraba al mar generoso y podías ver el atardecer como en ningún otro lugar sobre la faz de la Tierra, el momento donde los cuatro dioses convivían, y parecían perdonar tanta maldad, el cielo era un ejercito de nubes resplandecientes, el mar un espejo, la brisa una caricia y la Tierra un don. Una ilusión.

Desde la tarde las estrellas pedían permiso al Rey para no perderse un día tan bello; hasta la Luna no podía esperar tanto tiempo para pertenecer al Espectáculo de la Vanidad.

Las aves no querían dejar de volar; siempre en círculos, siempre juntas; como si supieran que si lo dejaran de hacer algo muy malo les fuese a pasar por eso sus alas no se rendían, y volaban con más ahínco como dando gracias con ese sacrificio a su Creador por descomunal belleza.

A los pequeños les gustaba particularmente ver el atardecer, lo esperaban religiosamente Todos los días desde que tuvieron razón de su existencia, siempre juntos, se miraban, sonreirán y volvían observar asombrados en silencio.

A Miguel le gustaba el momento en que el Sol besaba al mar y a Renzo le gustaba como el cielo azul se tornaba anaranjado, muy lentamente, muy suavemente, casi sin darse cuenta, seducida por la grandeza del Astro Rey. Para ellos el día se acababa cuando la luz del sol dejaba de brillar porque si observan con cuidado, aun cuando el sol ya no se veía en el horizonte seguía emanando su eterna luz, contaba Renzo a sus padres un día.

¡Adiós! ¡Los quiero mucho! ¡Cuídense! . Con lágrimas en los ojos se despedía Gabriela de sus hijos; Martín su cuñado, había invitado a los muchachos a pasar unos días en su casa en otra ciudad a tres horas de camino de la suya.


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