miércoles, 18 de marzo de 2009

La Promesa 3/12

Miraba a la pared de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo... miraba complacido, como diciendo: soy el mejor... en sus ojos se notaba orgullo, su sonrisa refinada y sutil, pero convincente así lo demostraba.

Miraba suavemente, lentamente disfrutando cada segundo, cada instante; era de baja estatura, joven, apuesto, siempre con su lapicero de oro, un regalo de graduación otorgado al mejor de la promoción.

Estaba inscrito sus iniciales E.C entre dos estrellas. De pronto miró al escritorio se dirigió a la pared y en la parte más alta coloco un último cuadro. Era su última especialización en Cuba.

El hospital lo había mandado a capacitarse por 3 meses y había obtenido el segundo mejor puesto. De pronto entra alguien a su consultorio le hace una pregunta y mueve la cabeza negándose la persona sale cierra la puerta. El siguió mirando la pared.

El desierto era infinito, y las grandes montañas en el horizonte le hacían saber que aun faltaba mucho por llegar.

Mientras vigilaba el sueño de su hermano miraba el paisaje por la ventana, entonces sintió como si el tiempo no existiera y por un instante el paisaje se mantuvo intacto, era como si sus ojos dejaran de transmitir las imágenes y evocaba la última que recordaba.

Era una especie de soledad compartida, como si por un instante el mundo te comprendiera; y tu alma solo reflejara paz.

Iluminaban las luces de la ciudad natal, esa del calor amigo, del saludo franco...

¡Despierta! ¡Ya llegamos!

Espera – aun confundido respondía

El tío Martín los había regresado sanos y salvos.

¡Mamá! ¡Papá! Abrazándolos y armando un gran alboroto y provocando la envidia de la gente. Papi fuimos a la playa y a mi tía se le cayó el sostén...
¿Ya se durmieron?

Los extrañe, no sabes cuanto –mientras una lágrima cae por su mejilla y sus manos tratan de ocultar semejante insolencia al machismo.

Se acerca y acaricia sus cabellos, los mira complacido, aliviado; como si ahora se sintiera completo, la parte que falta en su alma ya esta en su lugar.
Ya están con nosotros dice ella.
El asienta con la cabeza.
Asi sea.

Carcajadas y más carcajadas, mis padres corriendo detrás de Renzo que no se dejaba atrapar. El bosque era precioso, el cielo magnifico y el viento orgulloso.

Los evadía con agilidad e inteligencia ocultándose tras los árboles y riendo como nunca antes lo había hecho, se les veía tan felices, fui tras ellos... y entonces: ¡Nooooo! No podía correr tras ellos, por eso grite, de miedo porque me sentí tan solo.


Era un sueño. Más bien una pesadilla

¡Renzo!- lo llamé mientras giraba a verlo- ¿La cama vacía? Que raro él siempre es último en despertarse. Seguro pensaba que estábamos en la casa de mi tío Martín y se levantó a molestar a mis primos ¡qué tonto!

Cuándo miraba la cama vacía de mi hermano se apoderó de mí un extraño sentimiento de soledad y miedo que me hizo estremecer, porque se me vino a la mente un conjunto de pensamientos extraños y confusos, pero no le quitaba de vista, como si algo me impulsara o me atrajera más hacia esa cama... ¡como si alguien me llamara!.
Escuche pasos dirigirse a mi cuarto, entonces fingí estar dormido.
¿Miguel estas despierto? - Haciendo como si me recién me hubiera despertado-
¡Qué sueño¡. Sí Papi ¿dónde esta Renzo?

Anoche tu hermano se sintió un poco mal y tuvimos que llevarlo al medico, tu mamá esta con él en el hospital. pero tranquilo se va aponer bien. Mentia.

¿Hospital? - pensé - por primera vez en estos 11 años de mi vida escuche a mi Papá mencionar la palabra Hospital.

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